En la actualidad, la sostenibilidad se entiende como un imperativo en grandes marcas y empresas, sobre todo teniendo en cuenta la importancia que le da el consumidor final. En cuanto a precios, un 77% de los consumidores afirma que los productos que dicen ser sostenibles son siempre más caros de lo que no lo son en la misma categoría, sin embargo, un 57% de los consumidores encuestados si estaría dispuesto a pagar más dinero por productos mejores para el medioambiente (según un estudio realizado por Kantar)
Para las empresas, ser sostenible involucra muchas veces grandes inversiones y reconversiones, desde la manera en que hacen las cosas (procesos, procedimientos, o politícas) hasta la mitigación de los impactos en el medioambiente por medio del diseño de nuevos sistemas, ahorro de energía, consumo de agua, entre otros. La razón por la cual las empresas eligen ser sostenible es variadas, algunas de ellas lo realizan por presiones de demanda, en donde sus consumidores presionan por tener alternativas amigables, o porque la empresa pueda apostar por tener mejores condiciones para sus trabajadores y relacionamiento con la comunidad. Esto le llamamos, el “buen negocio” de ser sostenible, un argumento legítimo en donde una empresa puede hasta reconvertir su modelo de negocio completo, o una unidad de negocio, debido a cambios de demanda.
Otra de las razones, no necesariamente excluyente de la anterior, es la convicción en el triple impacto y en el poder de las empresas para realizar cambios. Estas empresas sienten el llamado a hacerse cargo no tan sólo de la generación de utilidades, sino que además de los riesgos internos y externos de la compañía; se involucran temas sociales, ambientales, culturales, y transversales que pueden o no afectar directamente a la empresa pero que sí afectan a su entorno y a las generaciones venideras en el futuro.
Finalmente, ser sostenible será un camino que todas las empresas deberán recorrer, más temprano que tarde. Aquellas que lo adoptarán más tarde, pagarán el precio caro de no considerar las motivaciones de las personas que hacen que su compañía crezca (sean trabajadores, comunidad, clientes, proveedores u otro). También pagarán el precio por la falta de innovación y resiliencia, dos conceptos claves importantes para la resolución de nuestros problemas globales a futuro. En otras palabras, todas las empresas deberán pagar un precio por ser sostenible, pero aquellas que logren adoptarse tempranamente, serán quienes paguen mejores y menores precios en comparación a aquellas que no lograrán adaptarse a tiempo.